Historia de las zapatillas tradicionales
Las zapatillas tradicionales nacieron en los años 70 con el objetivo de crear un calzado que resultara más cómodo al correr, añadiendo una mayor absorción del impacto que suponía realizar este deporte en superficies duras.
En los últimos 40 años la evolución de este tipo de zapatillas ha sido enorme y se ha experimentado con todo tipo de materiales, cámaras de aire, geles, gomas especiales, etc. para lograr alcanzar el máximo confort. Aunque se han realizado miles de investigaciones y se han invertido millones de dólares en promocionar nuevos modelos, lo cierto es que un reciente estudio de Irene Davis de la Universidad de Harvard ha demostrado que toda la tecnología desarrollada en las zapatillas más actuales no ha sido del todo efectiva a la hora de reducir el riesgo de lesiones. Otros estudios, como el realizado por el Dr. Lieberman también de la Universidad de Harvard, se han centrado en estudiar qué tipo de calzado previene mejor las lesiones deportivas y han demostrado que los corredores que utilizan zapatillas tradicionales tienen más de doble de probabilidades de lesionarse que los que corren con las actuales zapatillas minimalistas.
En qué se diferencian las zapatillas tradicionales de las minimalistas
Al hablar de zapatillas minimalistas nos referimos a todas las zapatillas de correr adaptadas a este tipo de estilo (que como comentaremos más adelante, se dividen en diferentes tipos y categorías) y por zapatillas tradicionales entendemos todas las zapatillas que se han venido usando desde los años 70 hasta nuestros días.
Las principales diferencias entre ambos tipos de zapatillas las encontramos en la suela y en la absorción del impacto. En las zapatillas tradicionales la suela es mucho más ancha y la amortiguación es mucho mayor que en las zapatillas minimalistas. Además, las zapatillas tradicionales tienen una gran diferencia entre el grosor de la suela en la zona de apoyo del talón y en la zona de apoyo del antepié y los dedos, lo que a partir de ahora llamaremos drop. Otra diferencia muy importante es que las zapatillas tradicionales son mucho menos flexibles que las minimalistas, y además, su peso es mucho mayor (las zapatillas tradicionales suelen pesar unos 400 o 500 gramos, mientras que las minimalistas no suelen ser de 200 o 300 gramos).
Cómo se puede comprobar en la foto a la derecha, la zapatilla para correr tradicional (a la izquierda) cuenta con una suela gruesa (sobre 12-15mm en la parte delantera y 22-28mm en la parte del talón), lo que le hace tener un desnivel o drop de unos 8-15mm. Junto a la zapatilla tradicional encontramos una zapatilla minimalista de transición (unos Merrell Bare Access), que si cuenta con algo de amortiguación pero no existe ninguna diferencia de altura entre la parte delantera y trasera (cero drop).
Por último, también encontramos la foto de una zapatilla barefoot (de la marca Teva), sin amortiguación, ni drop y super flexibles, que imitan a la perfección la sensación de correr descalzo.
¿Por qué las zapatillas minimalistas ayudan a evitar las lesiones y correr más eficientemente?
Aunque existe una gran discusión y opiniones enfrentadas sobre qué tipo de zapatillas son mejores para correr o sobre si se debería caer con la parte delantera del pie, con el medio o con el talón, casi todos los expertos están de acuerdo en que correr cayendo con la pierna recta, adelantada al cuerpo al tocar el suelo y apoyando primero el talón (llamado overstriking en inglés) es una de las formas menos eficientes de correr porque el mismo estilo frena al corredor y crea mucha más fricción. Una de las mejores formas de corregir esta poco eficiente forma de correr es comenzar a correr descalzo. Se ha demostrado que al correr sin una absorción que amortigüe el impacto del cuerpo, el propio corredor comienza a cambiar su estilo y a realizar el apoyo bajo el cuerpo y con la parte delantera del pie. Este cambio inconsciente se debe básicamente a que, tras correr un rato descalzo, la zona del talón (principal punto de apoyo para los que corren de manera poco eficiente) comienza a doler y el corredor modifica su estilo para evitarlo.
Las zapatillas minimalistas intentan imitar el estilo natural de correr descalzo, eliminando gran parte o toda la amortiguación con la que cuentan las zapatillas tradicionales. De esta manera, es mucho más fácil sentir el suelo al correr y darse cuenta de si se está corriendo de la manera correcta sin necesidad de ir descalzo.
Hay que dejar claro que el simple hecho de correr sin zapatillas o usando unas de estilo minimalista no implica que automáticamente se comience a correr de una manera más eficiente. Cambiar el estilo requiere práctica y aprender a interpretar las señales que emite el cuerpo en carrera para llegar a saber cómo correr correctamente (enlace). Gracias a su gran absorción, las zapatillas de correr tradicionales consiguen ocultar todas esas señales que envía el cuerpo al cerebro al correr, y hacen que la persona no corrija su estilo, cayendo con la pierna adelantada al cuerpo y recta, y en la mayoría de casos con el talón como primer punto de apoyo.
Estudios comparativos sobre el estilo minimalista y el estilo tradicional
Estudios realizados por The Journal of Strenght and Conditioning Research afirman que el porcentaje de corredores que cuentan con un estilo tradicional menos eficiente llega a ser del 75%. El overstriking y el apoyo con el talón son los principales problemas que presentan estos corredores y son formas de correr muy difíciles de cambiar con el uso del zapatillas tradicionales por lo motivos comentados anteriormente. Los videos incluidos a continuación nos muestran una investigación sobre distintas formas de correr, realizada en la Universidad de Harvard, que compara la fuerza con la que chocamos contra el suelo al correr con diferentes estilos:
Como se puede observar en los videos, en el estilo tradicional se produce una caída mucho menos fluida al apoyar la parte del talón primero con la pierna adelantada que la que se produce en el estilo minimalista. Aunque la investigación todavía no ha terminado ya podemos hablar de una conclusión científicamente fiable que indica que esta diferencia de choque contra el suelo al correr y la menor fluidez de los movimientos es lo que hace que los corredores tradicionales tengan mayores probabilidades de lesionarse que los corredores con estilo más minimalista.
Correr descalzos o usando zapatillas minimalistas ayuda muchísimo en la transición entre correr al estilo tradicional y correr de una forma más eficiente. Llegar a corregir nuestro estilo y a aprender a correr de una manera más eficiente puede llevar muchos meses de entreno. En teoría tras estos meses es posible comenzar a correr con el tipo de zapatillas que queramos, ya sean tradicionales o minimalistas, porque el estilo óptimo de carrera ya se ha interiorizado. Un ejemplo claro de ello son los corredores africanos que compiten a un altísimo nivel algunos utilizando zapatillas tradicionales pero lo hacen de una manera muy óptima ya que mantienen el estilo que aprendieron corriendo descalzos o con zapatillas muy básicas.