
Si todavía no lo has leído, podrás encontrar la primera parte de mi aventura minimalista alpina en el post “Mi primer Ultra Maratón Minimalista – Preparación y Plan de Entrenamiento”
A las 7 en punto de la mañana el 26 de Julio de 2014 sonó el disparo de salida. Mis amigos y yo decidimos quedarnos en la parte de atrás del pelotón porque no teníamos mucha prisa. Habíamos acordado correr los 3 juntos el máximo tiempo posible pero sin forzar nuestros ritmos personales de carrera, cada uno decidiría cuando acelerar o frenar su ritmo.
Los primeros 4-5 km discurrían por la ciudad de Davos y, aunque la salida era muy temprano, había un gran ambiente en las calles. Una vez salimos de la ciudad empezaron las primeras cuestas, aunque los caminos aún eran bastante anchos y cómodos.
Más o menos una hora después de haber empezado la carrera, cuando nosotros llevábamos unos 10-11 km, comenzó a llover y no paró en todo el día L . Además, por ese punto también perdimos de vista a mi amigo de California y ya no supimos nada más de él hasta terminar la carrera.
La primera parte de la carrera había sido un poco cuesta arriba, pero con un camino bastante cómodo que no se había mojado aún por la lluvia. A partir del kilómetro 15 empezamos a entrar en las zonas más de trial, la parte que, a priori, parecía la más fácil de la carrera.
Desde ese punto fueron más o menos 15 km cuesta abajo –desde el 15km hasta el 30km- pero me resultó muy difícil seguir un ritmo más alto que en la primera parte de la carrera. Esto pudo ser en primer lugar porque había muchísimo barro en el suelo y podría resultar peligroso ir más deprisa –muchas de las bajadas incluso tuvimos que hacerlas andando-, y en segundo lugar porque el camino era muy estrecho y era casi imposible ir más rápido que la persona que iba delante. No es que nosotros tuviéramos ganas de adelantar o subir el ritmo, es que simplemente el ritmo de esta parte de la carrera lo decidían los que estaban justo delante y no era demasiado inteligente arriesgar la vida con adelantamientos peligrosos.
Hasta el kilómetro 30 la carrera fue muy similar. Corríamos por caminos en su mayoría muy estrechos, con mucho barro y principalmente cuesta abajo –descendimos desde unos 1600m en el kilómetro 15 hasta los 1000m en el kilómetro 30-. Cuando llegamos al kilómetro 30 ya estábamos muy mojados y con el ánimo bastante bajo porque, aunque no nos habíamos marcado ningún tiempo como meta, era un poco decepcionante no haber podido hacer un poquito más rápido la primera parte de la carrera –que supuestamente era la parte más fácil-. Para concretar, corrimos los primeros 33km en 3 horas y media.
A los 30km entramos en una zona más poblada (Filisur) y los caminos pasaron de ser estrechos senderos de barro a anchos caminos de piedra e incluso algunos hasta carreteras asfaltadas. Aunque comenzaba a ser un trazado más cuesta arriba y seguía lloviendo bastante, al menos corríamos por caminos con más espacio donde cada uno podía mantener su propio ritmo.
Así continuaba el terreno hasta el kilometro 38, cuando comenzaba la primera gran subida. Desde ese kilómetro -situado a unos 1100m- hasta el kilómetro 41 –a unos 1500m-, la pendiente media de la subida fue de un 13%. Debido al cansancio acumulado y a que sabíamos que todavía nos quedaba la parte más dura de la carrera, nos tomamos esta parte con bastante calma e hicimos el recorrido de los 33 a los 42 km en un tiempo de 1 hora y media.
Antes de empezar la carrera, mis amigos y yo habíamos estimado que haríamos el maratón en unas 4 horas. Llegamos a la meta de los 42km en unas 5 horas y estábamos un poco preocupados al pensar que, al haber perdido una hora en la parte más fácil de la carrera, quizá no llegaríamos a tiempo para cruzar la meta del ultra dentro de las 14 horas permitidas. Según nuestra planificación, para el siguiente tramo de subida -desde los 42km hasta los 61km- alcanzaríamos las 5 horas, y los últimos 18 kilómetros –todos ellos cuesta abajo- nos llevarían unas 2 horas más, por lo que nuestros cálculos de cruzar la meta en un tiempo estimado de 11 horas podían irse al traste.
DESDE LA DISTANCIA DEL MARATÓN – THE POINT OF NO RETURN
La carrera de Davos está planificada de tal forma que si un corredor abandona a los 42km consigue igualmente un tiempo oficial para el maratón y no se registra como un abandono total. Por esta razón, y porque sabíamos que el resto de la carrera trascurría entre montañas, ese punto era el último en el que podíamos abandonar fácilmente: “The Point of no return”.
La meta del maratón era el punto marcado donde habíamos dejado nuestras mochilas con ropa y zapatillas secas. Finalmente decidí cambiarme sólo la camiseta y no las zapatillas como había planificado. Aunque tenía las zapatillas y los calcetines completamente mojados, sabía que aunque me los cambiara no iban a mantenerse secos por mucho tiempo, así que decidí no coger más frío del necesario ni parar durante mucho tiempo. Además, al inicio de la carrera nos habían informado de que en la cima de los picos correríamos con una temperatura de unos 2-4Cº, por lo que no hubiera sido muy inteligente ponerme unas zapatillas aún más finas y soportar peor el frío y la lluvia intensa.
A unos 3 km de distancia desde la meta del primer maratón, se encontraba la línea de salida de un segundo maratón que tenía la misma línea de meta que la nuestra. Resultó ser una situación bastante extraña ya que de repente empezamos a correr rodeados de gente completamente fresca y descansada que sólo llevaba 3 kilómetros corriendo. Por un lado, que muchos corredores empiecen a adelantarte te hace sentir aún más cansado, pero por otro todos estos nuevos atletas animaban un poco la última parte de la carrera de los 78K.
Estudiarnos el recurrido nos permitió saber que la distancia desde el maratón hasta el primer pico (Keschhütte) -a unos 55km- iba a ser la parte más dura de la carrera. El km 42 esta a una altura de 1367m y el primer pico asciende a los 2632m. ¡Íbamos a ascender casi 1300m en solo 13 km!
Nos sorprendió ver que los primeros 8 kilómetros fueron relativamente fáciles, con carreteras asfaltadas y buenos caminos de tierra, y al contrario de lo que pensábamos la parte más dura de la carrera comenzó al llegar a los 50 km. Allí, a una altitud de 1822m comenzamos una subida de 5 kilómetros con una pendiente de más del 16%. Sin duda esa fue la parte más dura que he corrido en una carrera en toda mi vida.
Entonces, el ancho camino de tierra se convirtió en un fino sendero de trial lleno de barro que subía la montaña. El ascenso no solamente era duro por la inclinación, sino también por las condiciones del camino que hacían necesario ir buscando puntos en los que agarrarse con las manos para no caer. ¡En algunos momentos parecía más una ruta de escalada que una carrera de montaña!
Al final todo este tramo lo recorrimos en poco más de una hora, lo cual nos sorprendió muy positivamente ya que los últimos 5km hasta el pico no los hicimos corriendo.
Aunque desde este punto aún quedaban 24 kilómetros de carrera, llegar al primer pico fue como traspasar una barrera psicológica que nos confirmaba que la parte más dura de la carrera ya la habíamos dejado atrás. Ahora “sólo” quedaba llegar hasta la meta.
ENTRE LOS DOS PICOS
Los 6 kilómetros que separaban los 2 picos fueron la parte de la carrera que más disfruté. Aunque hacía mucho frío y seguía lloviendo, en el primer pico cogí una bolsa de basura que me protegió algo del frío y de la lluvia. Además, me sentía con bastante fuerza y ánimo, y pude disfrutar un poco de la increíble naturaleza que ofrece los Alpes. Durante esta parte de la carrera no había caminos fijos y, aunque seguía habiendo bastante barro, los trazados eran cada vez más de roca y se podían evitar fácilmente los charcos.
Constantemente cruzábamos riachuelos bastante vivos formados por la intensa lluvia por lo que todo el recorrido lo hicimos con los pies mojados. Me alegré muchísimo de no haber gastado tiempo en cambiarme las zapatillas. Los últimos 2 kilómetros entre los picos fueron con una subida de casi el 11% pero nada comparado con la subida al primer pico. Además, saber que esa iba a ser la última cuesta arriba ayudaba bastante a superarlo.
Según el tiempo oficial pasamos el segundo gran pico (Sertigpass) con un tiempo de 9:57:36, casi 2 horas y media después de superar el primer pico. Mi reloj empezó a fallar al poco tiempo de empezar la carrera, pues debido al mal tiempo no podía conectarse a una señal satélite. Paramos unos 15 o 20 minutos en Keschhütte a comer algo, hacer un par de fotos y ponerme la bolsa de plástico, pero me sorprende muchísimo que tardásemos casi dos horas y media en recorrer 6 kilómetros, especialmente si tenemos en cuenta que el tiempo oficial de los últimos 18 kilómetros era de poco menos de 1 hora y media. Aunque no dispongo de los tiempos a partir del kilometro 72, los 11 kilómetros de distancia entre el 61km y el 72km los hice en un tiempo de 106 minutos -casi dos horas-, por lo que en los tiempos oficiales hay algo que no cuadra.
Quiero dejar claro que ni los tiempos intermedios ni el tiempo final eran muy importantes para nosotros, pero nos pareció bastante extraño que en una carrera tan bien organizada y que disponía de la más alta tecnología, puedan cometerse fallos tan importantes en los tiempos de los corredores.
LA BAJADA
Los primeros 3 kilómetros de bajada desde el segundo pico fueron muy peligrosos. Antes de la carrera ya habíamos hablado con algunos corredores experimentados en la SuizAlpline que nos habían avisado de que debíamos tener cuidado en esa zona pues las condiciones meteorológicas no eran muy buenas. Aunque físicamente esta parte no era muy dura, íbamos casi igual de lentos que al realizar las subidas más empinadas. Estaba lloviendo y las rocas estaban mojadas y llenas de barro, así que no corrimos ningún riesgo y bajamos tranquilamente hasta que el terreno empezó a mejorar.
Un poquito más abajo los caminos empezaron a estar mejor y pudimos empezar a correr de nuevo, con la ventaja además de que el trazado era cuesta abajo. Pensábamos que el resto de la carrera iba a ser bastante fácil pero a unos 10 kilómetros de la meta nos encontramos corriendo de nuevo en un camino muy estrecho y lleno de barro como el del principio de la carrera. Aunque había mucha menos gente, correr en esas condiciones seguía siendo un poco incómodo, así que nos tomamos esos kilómetros con calma para no arriesgar tan cerca de la meta.
Cuando sólo faltaban 7 kilómetros para el final el trazado empezó a cruzar los pueblos cercanos a Davos y ya podía respirarse un gran ambiente que nos daba mucha energía para seguir adelante.
En general durante la carrera no había demasiados carteles que señalizaran los kilómetros que faltaban –como mucho uno cada 10 o 15 kilómetros- y tanto mi amigo como yo llevábamos desde el kilómetro 72 con los relojes estropeados, por lo que no teníamos muy claro que estuviésemos cerca de la meta.
A 3 kilómetros de la meta ya estábamos muy próximos a Davos y gastamos nuestras últimas fuerzas corriendo de una forma un poco más decente por las calles del pueblo.
En realidad no tengo recuerdos muy claros y detallados de los últimos 15 kilómetros de la carrera, y sobre todo la última parte en la ciudad la tengo un poco borrosa. Estaba pensando en tantas cosas que me olvidé un poco de disfrutar del momento. Sólo recuerdo que, aunque el ganador había llegado casi 5 horas antes que nosotros y seguía lloviendo bastante, aún se podía disfrutar de una gran ambiente en las calles.
Llegamos a la meta con un tiempo de 11 horas y 32 minutos. Después de recibir una camiseta y la medalla fuimos directamente al hotel. La novia de mi amigo “el desaparecido” nos comentó que no había conseguido tiempo oficial a partir del maratón, así que deducimos que había abandonado y no tenía mucho sentido esperarle en la meta mojados y con frio.
En el hotel nos esperaba nuestro amigo que, como el 40% de los participantes que había empezando el 78K, abandonó antes de llegar a la meta. Normalmente la tasa de abandono de esta carrera es menor al 20%, lo que nos dice bastante sobre las condiciones meteorológicas en las que tuvimos que correr.
RECUPERACIÓN Y ALGUNAS REFLEXIONES
Como me ocurre después de cada carrera larga en la que participo, durante los días siguientes me dolían muchísimo los músculos, pero en ningún momento más de lo que me dolían al cambiar al estilo minimalista.
Lo que si notaba era un dolor en un lado del pie derecho que no había sentido nunca antes, y creo se debía a que esa era la pierna que usaba para frenar en los descensos y al caer tantas veces con el mismo punto era lógico que la zona estuviera resentida.
No se si el estilo minimalista cuenta con algún consejo para evitar este tipo de dolor en los pies, pero estoy seguro de que en carreras con largos descensos unas zapatillas con más suela hubieran absorbido mucho mejor el impacto.
Desafortunadamente no tengo ningún video donde se pueda ver como ha sido mi estilo en los diferentes puntos de la carrera, y en las fotos oficiales que hay de mí salgo siempre de frente así que es muy difícil poder juzgarlo. Creo que en general donde el camino me ha permitido correr bien, he conseguido mantener una técnica minimalista decente. Obviamente, cuando ya llevas corriendo muchísimas horas dejas de pensar tanto en el estilo y en mantenerte completamente recto, pero gracias a que las reglas principales del estilo minimalista forma parte de mi estilo habitual se que pude mantener un buen estilo la mayor parte de la carrera.
Aunque correr este tipo de carreras es un gran sacrificio y requiere una larga preparación, ya hemos hablado de que el próximo año volveremos a intentar conseguir número para el 101 de Ronda 2015. Ya os contaré si lo conseguimos.